Desde Mi Cielo | страница 45
– ¿Quieres pasar y sentarte? -logró decir-. Tengo ponche de huevo en la cocina.
– Me encantaría -dijo Samuel Heckler, y para sorpresa de Lindsey y mía, ofreció el brazo a mi hermana.
– ¿Qué es? -preguntó Buckley, siguiéndolos y señalando lo que había creído que era una maleta.
Lindsey habló entonces.
– Samuel toca el saxo alto.
– Muy poco -dijo Samuel.
Mi hermano no preguntó qué era un saxo. Sabía que Lindsey estaba siendo lo que yo llamaba esnob, como cuando decía: «Tranquilo, Buckley, Lindsey está siendo esnob». Normalmente le hacía cosquillas mientras lo decía, otras apretaba la cabeza contra su barriga, repitiendo la palabra una y otra vez hasta que sus carcajadas me inundaban.
Buckley siguió a los tres hasta la cocina y preguntó, como hacía al menos una vez al día:
– ¿Dónde está Susie?
Se produjo un silencio. Samuel miró a Lindsey.
– Buckley -llamó mi padre desde la habitación contigua-, ven a jugar al Monopoly conmigo.
A mi hermano nunca le habían invitado a jugar al Monopoly. Todo el mundo decía que era demasiado pequeño, pero ésa era la magia de la Navidad. Fue corriendo a la sala de estar, y mi padre lo levantó y lo sentó en sus rodillas.
– ¿Ves este zapato? -dijo mi padre.
Buckley asintió.
– Quiero que escuches bien todo lo que voy a decirte sobre él, ¿de acuerdo?
– ¿Susie? -preguntó mi hermano, relacionando por alguna razón las dos cosas.
– Sí, voy a decirte dónde está Susie.
Yo empecé a llorar en el cielo. ¿Qué otra cosa podía hacer?
– Este zapato es la ficha con que jugaba Susie al Monopoly -dijo-. Yo jugaba con el coche y a veces con la carretilla. Lindsey juega con la plancha, y cuando tu madre juega, escoge el cañón.
– ¿Eso es un perro?
– Sí, es un Scottie.
– ¡Para mí!
– Muy bien -dijo mi padre. Se mostraba paciente. Había encontrado una manera para explicarlo. Tenía a su hijo en el regazo y, mientras hablaba, sentía el cuerpo menudo de Buckley sobre sus rodillas, su peso humano, tibio y vivo. Le reconfortaba-. Entonces, de ahora en adelante el Scottie será tu ficha. ¿Cuál hemos dicho que es la pieza de Susie?
– El zapato -dijo Buckley.
– Bien, y yo soy el coche, tu hermana la plancha y tu madre el cañón.
Mi padre se concentró mucho.
– Ahora vamos a poner todas las piezas en el tablero, ¿de acuerdo? Vamos, hazlo tú.
Buckley cogió un puñado de fichas y luego otro, hasta que todas estuvieron colocadas entre las cartas de la suerte y las de la caja de comunidad.
– Digamos que las demás fichas son nuestros amigos.