Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha | страница 51
–Eso no, Sancho ―respondió Teresa―; casadla con un hombre de su condición, porque si le cambiáis la ropa de pobre por vestidos de seda, verán sus defectos y descubrirán su origen humilde.
–Calla, tonta ―dijo Sancho―, que eso será sólo los dos o tres primeros años, después aprenderá a ser señora.
–Mirad lo que decís, marido ―respondió Teresa―. Traed vos dinero y dejad a mi cargo el casarla; porque tenemos a Lope Tocho, mozo gordete y sano, que mira con buenos ojos a la muchacha y con este, que es de nuestra condición, estará bien casada. Ya os lo digo: hacedla duquesa o princesa si queréis, pero yo no lo aprobaré, pues siempre fui amiga de la igualdad. Y digo también, marido, que os llevéis a vuestro hijo Sancho para que desde ahora le enseñéis a gobernar, que es bueno que los hijos hereden y aprendan los oficios de sus padres.
–Cuando yo gobierne mandaré que me lo lleven y te enviaré dinero, que no me faltará, pues siempre hay quien le preste a los gobernadores; vístelo de modo que disimule lo que es y parezca lo que ha de ser.
–Enviad vos dinero ―dijo Teresa― que yo os lo vestiré como a un señor.
De esta manera tan graciosa acabó la conversación. Después Sancho fue a ver a don Quijote para preparar su nueva salida.
Capítulo IV
Don Quijote discute con su escudero sobre el salario
Llegó Sancho a casa de su amo y en cuanto lo oyó el ama, salió corriendo a esconderse para no verlo. Salió a recibirlo don Quijote con los brazos abiertos y los dos se encerraron en su cuarto y estuvieron charlando largo rato.
Cuando vio el ama que Sancho Panza se encerraba con su señor, imaginó que en aquella reunión decidirían la tercera salida. Entonces, se puso su manto y se fue a buscar al bachiller Sansón Carrasco, creyendo que, por ser bien hablado y amigo de su señor, lo podría convencer de que abandonara tan loca idea.
Cuando la vio Carrasco tan apenada y nerviosa, le dijo:
–¿Qué ha sucedido, señora ama?
–Que mi amo quiere salir otra vez a buscar por el mundo lo que él llama aventuras; que yo no uno sé cómo da este nombre, porque siempre ha vuelto paleado.
–Si sólo es eso ―respondió el bachiller―, no tenga pena. Váyase a su casa y prepáreme alguna cosa caliente para almorzar, que ahora iré yo.
El ama volvió a casa y el bachiller fue a buscar al cura para hablar con él. Mientras tanto, don Quijote y Sancho hablaban de su próxima salida.
–Señor ―dijo Sancho―, ya he convencido a mi mujer para que me deje ir con vuestra merced a donde quiera llevarme.