Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha | страница 46
–No es de comer ―contestó Sancho―, sino de gobernar. Que es mejor gobernar una ínsula que cuatro ciudades con sus cuatro alcaldes.
–De todas formas ―dijo el ama―, no entraréis, mal hombre. Id a gobernar vuestra casa y a labrar vuestras tierras y olvidaos de ínsulas.
Don Quijote mandó callar a las mujeres y les dijo que le dejaran entrar.
El cura y el barbero estaban maravillados de la locura del caballero y de la simplicidad del escudero, que se había creído lo de la ínsula, y pensaban que ambos volverían a sus viejas andanzas.
Don Quijote se encerró en su cuarto con Sancho y le dijo:
–Sancho, me apena oírte decir que fui yo quien te sacó de tus casillas[128], sabiendo que yo tampoco me quedé en mi casa: juntos salimos, juntos fuimos y juntos caminamos; misma suerte y la misma fortuna hemos tenido los dos. Si a ti te mantearon una vez, a mí me han golpeado cien, esto es lo que le llevo de ventaja.
–Eso era lo justo ―respondió Sancho― porque, según dice vuestra merced, los caballeros andantes están más expuestos a las desgracias que sus escuderos.
–Te engañas, Sancho, que cuando la cabeza duele, duelen todos los miembros del cuerpo. Y como soy tu amo y señor, yo soy tu cabeza y tú mi parte, pues eres mi criado. Por esta razón, el mal que a mí me toca te ha de doler a ti, y a mí el tuyo.
–Así había de ser ―dijo Sancho―; pero cuando a mí me manteaban como a miembro, mi cabeza se quedaba tras las paredes del corral, mirándome volar por los aires, sin sentir dolor alguno.
–¿Piensas, Sancho ―respondió don Quijote―, que a mí no me dolía cuando a ti te manteaban? Pues más dolor sentía yo entonces en mi espíritu que tú en tu cuerpo. Pero dejemos esto. Y ahora dime, Sancho amigo, ¿qué dicen de mí? ¿Qué opinión tienen de mí los caballeros y la gente del pueblo? ¿Qué dicen de mis hazañas y valentía? ¿Qué has oído sobre mi intención de resucitar la orden caballeresca? Dímelo sin añadir ni quitar nada, que si a los príncipes y reyes llegara la verdad desnuda, las cosas nos irían mejor.
–Eso haré, mi señor ―dijo Sancho―, con la condición de que no se enoje, pues quiere que no le oculte nada.
–De ninguna manera me enojaré ―respondió don Quijote.
–Pues lo primero ―dijo― es que la gente lo tiene a vuestra merced por grandísimo loco, y a mí por idiota. Los hidalgos dicen que, sin merecerlo, se ha puesto don y se ha hecho caballero teniendo sólo cuatro viñas y unas pequeñas tierras; y que es conocida la miseria en que vive.