Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha | страница 32



Iban poco a poco entrando en lo más áspero de la montaña, cuando Sancho preguntó a su amo:

–Señor, ¿es buena regla de caballería que andamos perdidos por estas montañas, sin senda ni camino?

–Calla, Sancho ―dijo don Quijote―; te hago saber que me trae por estos lugares el deseo de hacer en ellos una hazaña con la que he de ganar eterno nombre y fama en toda la tierra.

–¿Es muy peligrosa esa hazaña? ―preguntó Sancho.

–No ―dijo don Quijote―, es todo cuestión de suerte y depende de tu diligencia[100].

–¿De mi diligencia? ―dijo Sancho.

–Sí ―respondió don Quijote―; porque si vuelves pronto de donde pienso enviarte, pronto se acabará mi pena y comenzará mi fama. Y para no tenerte preocupado quiero decirte mis razones. Has de saber que Amadís de Gaula fue el norte, la estrella, el sol de los valientes y enamorados caballeros a quien debemos imitar todos. De modo que el caballero andante que mejor lo imite estará más cerca de alcanzar la perfección de la caballería. Una de las acciones en que él mostró su prudencia, valor, firmeza y amor, fue cuando se marchó a hacer penitencia[101] en la Peña Pobre, despreciado por la señora Oriana, y hasta cambió su nombre por el de Beltenebros. Así que en esto puedo imitarle mejor que derrotando ejércitos y deshaciendo encantamientos.

–Entonces, ¿qué es lo que quiere hacer vuestra merced en este escondido y lejano lugar? ―preguntó Sancho.

–Ya te he dicho ―respondió don Quijote― que quiero imitar a Amadís haciendo aquí el desesperado, el bobo y el lloroso, sin otras locuras que dieron fama a otros caballeros.

–Esos caballeros ―dijo Sancho― tenían motivos para hacer esas cosas, pero ¿qué causa tiene vuestra merced para volverse loco? ¿Qué dama le ha despreciado, o qué pruebas tiene de que la señora Dulcinea del Toboso ha hecho alguna tontería con moro o cristiano?

–Así está el asunto ―respondió don Quijote―. Si no tengo ningún motivo para hacer estas cosas, ¿qué no haría si lo tuviera? El que está ausente[102], como yo de mi señora Dulcinea, todos los males teme. Loco estoy, loco he de estar hasta que vuelvas con la respuesta a una carta que contigo pienso enviar a Dulcinea. Si la respuesta es favorable, acabarán mi locura y mi penitencia, y si es al contrario, seré un loco de verdad y no sentiré nada. Así, sea cual sea la respuesta, saldré de dudas y del trabajo en que me dejas. Pero dime, Sancho, ¿tienes bien guardado el yelmo de Mambrino?