Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha | страница 30
Detrás de todos venía un hombre bien parecido[94] atado con más cadenas que los demás. Preguntó don Quijote por qué iba así. El guardia le contestó que había cometido más delitos él que todos los demás juntos, y que era tan atrevido y peligroso que temían que fuese a huir. Añadió que estaba condenado por diez años y que se llamaba Ginés de Pasamonte.
–Así me llaman ―dijo el galeote―. Y ya me enfada este caballero con tanto querer saber de vidas ajenas. Si quieren conocer la mía, sepan que está escrita por estas manos. Y el libro es tan bueno que se venderá mejor que el Lazarillo de Tormes[95] y otros libros de ese género, porque el mío trata de verdades, verdades tan lindas y tan graciosas que no puede haber mentiras que las igualen.
–¿Y cómo se titula el libro? ―preguntó d Quijote.
–La vida de Ginés de Pasamonte ―respondió.
–¿Está acabado? ―quiso saber don Quijote.
–¿Cómo puede estar acabado ―contestó― si aún no está acabada mi vida? Lo que está escrito es desde mi nacimiento hasta la última vez que estuve en galeras. Y no me importa volver, porque allí tendré tiempo para acabar mi libro.
–Pareces hábil ―dijo don Quijote.
–Y desdichado ―respondió Ginés―; porque siempre las desdichas persiguen al buen ingenio.
Don Quijote se volvió a los galeotes y dijo:
–De todo lo que habéis dicho he sacado en limpio[96] que sois castigados por vuestras culpas, pero que vais en contra de vuestra voluntad. Todo esto me obliga a cumplir con vosotros la función por la que el cielo me arrojó al mundo, que es favorecer a los oprimidos. Así, quiero rogar a los guardianes que os desaten y os dejen libres, que no faltarán hombres para servir al rey. Además, estos hombres no os han ofendido a vosotros ―añadió dirigiéndose a los guardias―, y no se puede hacer esclavos a los que Dios hizo libres. Dios hay en el cielo que castiga al malo y premia al bueno, y no está bien que hombres honrados sean verdugos de otros hombres.
–¡Graciosa majadería[97]! ―respondió el guardia―. Ni nosotros los podemos soltar ni vuestra merced tiene autoridad para mandarnos. Siga, señor, por su camino, colóquese bien esa bacía que lleva en la cabeza, y no ande buscando tres pies al gato[98].
–¡Vos sois el gato, malvado! ―gritó don Quijote enfadado.
A continuación, lo atacó con su lanza y lo derribó del caballo dejándolo malherido. Los demás guardianes fueron contra don Quijote, que se libró porque los galeotes se soltaron las cadenas, con ayuda de Sancho, y se lanzaron contra los guardias, que huyeron corriendo por el campo. Don Quijote llamó a los galeotes y les dijo: