Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha | страница 28



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–No es costumbre entre caballeros quitarle el caballo al que ha sido derrotado si el vencedor no ha perdido el suyo ―dijo don Quijote―. Así que, Sancho, deja ese caballo o asno, que su dueño volverá por él.

–Verdaderamente ―dijo Sancho― son difíciles de seguir las leyes de caballería. ¿Podría cambiar los aparejos[85] por lo menos?

–No estoy muy seguro ―respondió don Quijote―, pero… en caso de duda… los puedes cambiar.

Sancho cambió los aparejos y se sentaron a almorzar junto al arroyo de los batanes.

Subieron luego a caballo y se pusieron a caminar sin rumbo fijo. Sancho, que iba muy pensativo, dijo a don Quijote:

–Pienso, señor, que se gana muy poco buscando aventuras por estos desiertos y encrucijadas de caminos, donde no hay quien las vea ni sepa de ellas. Tal vez sería mejor ir a servir a algún emperador o a un príncipe que tenga alguna guerra, para que vuestra merced pueda mostrar su valor; así, cuando el señor a quien sirvamos vea nuestra valía, por fuerza nos tendrá que pagar. Y allí seguro que habrá quien escriba las hazañas de vuestra merced, y las mías, si es costumbre escribir hechos de escuderos.

–No dices mal ―respondió don Quijote―, pero antes de todo eso, es preciso andar por el mundo buscando aventuras para conseguir nombre y fama; y así, cuando lleguemos ante algún gran monarca, ya será conocido el caballero, y al verlo las gentes exclamarán: «Este es el Caballero de la Triste Figura». El rey, entonces, saldrá y dirá: «¡Salgan mis caballeros a recibir a la flor de la caballería[86] que aquí viene!».

–Sea como dice vuestra merced ―dijo Sancho.

Capítulo XVIII

La aventura de los galeotes

[87]

Habían andado un rato cuando don Quijote alzó los ojos y vio que por el mismo camino venían unos doce hombres a pie, unidos por el cuello por una gran cadena de hierro y todos con esposas[88] en las manos. Los acompañaban dos hombres a caballo con escopetas y dos a pie con espadas. Cuando los vio Sancho, dijo:

–Esta es una cadena de galeotes, gente que el rey fuerza[89] a las galeras.

–¿Cómo gente que el rey fuerza? ―preguntó don Quijote― ¿Es posible que el rey fuerce a la gente?

No digo eso ―respondió Sancho―, sino que es gente que por sus delitos es castigada a servir al rey en las galeras a la fuerza.

–Entonces ―dijo don Quijote― esta gente va a la fuerza y no por su voluntad.

–Así es ―dijo Sancho.

–Pues esta es la razón de mi oficio: impedir la fuerza y socorrer a los miserables ―respondió su amo.