Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha | страница 60
Pero entonces el Caballero del Bosque oyó que hablaban cerca de él y se puso en pie.
–¿Quiénes hay allí? ―dijo con voz sonora―. ¿Están contentos o tristes?
–Estamos tristes ―respondió don Quijote.
–Pues venga aquí ―respondió el del Bosque― y verá que se encuentra con la pura tristeza en persona.
Don Quijote, al oír esta respuesta tan tierna, se acercó a él acompañado de Sancho. El caballero de los lamentos cogió del brazo a don Quijote y dijo:
–Sentaos aquí, señor, que para entender que sois caballero andante me basta con haberos hallado en ruta soledad donde solo habitan tales caballeros.
–Caballero soy y de la profesión que decís ―dijo don Quijote―; y aunque mis tristezas y desgracias son grandes, no dejo de tener compasión por las desdichas ajenas, causadas seguramente por el amor que tenéis a aquella hermosa ingrata que nombrasteis en vuestros lamentos.
–¿Estáis enamorado? ―preguntó el del Bosque.
–Lo estoy a mi pesar ―respondió don Quijote―; aunque los daños que nacen de los buenos pensamientos antes son dichas que desgracias.
–Verdad decís ―dijo el del Bosque―, si no nos alteraran la razón los desdenes, que parecen venganzas.
–Nunca he sido rechazado por mi señora ―dijo don Quijote.
–Así es ―añadió Sancho―; porque mi señora es mansa como una oveja y más blanda que la manteca[152].
–¿Es este vuestro escudero? ―preguntó el del Bosque.
–Sí, él es ―dijo don Quijote.
–Nunca he visto yo escudero ―dijo el del Bosque― que se atreva a hablar cuando habla su señor; mirad el mío, que nunca abre la boca cuando yo hablo.
El escudero del Caballero del Bosque cogió por el brazo a Sancho y le dijo:
–Vámonos los dos donde podamos hablar de todo cuanto queramos, y dejemos a estos amos nuestros que se peleen, contándose las historias de sus amores; que seguro que pasará la noche y no habrán acabado.
–Así sea ―dijo Sancho―; y yo le diré a vuestra merced quién soy, para que vea que estoy entre los más habladores escuderos.
Una vez apartados los dos escuderos, el del Bosque dijo a Sancho:
–Trabajosa vida es la que pasamos los escuderos de caballeros andantes; bien comemos el pan con el sudor de nuestra frente.
–También se puede decir ―añadió Sancho― que lo comemos con el hielo de nuestros cuerpos; porque ¿quién pasa más calor y más frío que nosotros? Y menos malo sería si comiéramos, ya que las penas con pan son menos, pero a veces pasamos un día y dos sin desayunar.
–Todo eso lo podemos soportar gracias a la esperanza de tener una recompensa ―dijo el del Bosque―; porque si todo va bien, el escudero puede ser premiado con una hermosa ínsula.