Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha | страница 21



Capítulo XIV

La burla que hacen a Sancho en la venta

Cuando don Quijote se recuperó, comenzó a llamar a su escudero, diciendo:

–Sancho, amigo, ¿duermes? ¿Duermes, amigo Sancho?

–¿Cómo voy a dormir ―respondió Sancho de mal humor― si me parece que han estado conmigo todos los diablos esta noche?

–Puedes creerlo así ―respondió don Quijote―; porque, o yo sé poco, o este castillo está encantado. Te diré algo si me guardas el secreto mientras yo viva.

–Así lo haré ―dijo Sancho―; callaré, como vuestra merced me pide.

–Resulta ―dijo don Quijote― que esta noche vino la hija del señor del castillo, que es la más hermosa doncella que pueda haber en gran parte de la tierra. Todo para poner a prueba la fidelidad que debo a mi señora Dulcinea. Estando, pues, en amorosa conversación con ella, una mano de gigante me dio con el puño en la boca y un montón de golpes que me han dejado destrozado.

–Yo digo lo mismo ―respondió Sancho―, porque más de cuatrocientos gigantes me han golpeado a mí. Y vuestra merced aún tuvo en sus manos a aquella hermosura que ha dicho, pero yo sólo golpes y palos.

–No tengas miedo ―dijo don Quijote―, que ahora mismo voy a hacer el bálsamo con el que curarnos. Levántate, si puedes, y pide al señor de este castillo que te dé un poco de aceite, vino, sal y romero para hacer el saludable bálsamo.

Sancho fue en busca del ventero y le pidió lo que su amo le había encargado. Cuando don Quijote tuvo los ingredientes, los mezcló todos y los coció un buen rato. Luego recitó más de ochenta oraciones haciendo una cruz a cada palabra que decía.

Don Quijote quiso comprobar que el bálsamo era bueno y se bebió casi un litro. Apenas lo acabo de beber, comenzó a vomitar, de manera que no le quedó nada en el estómago. Luego le entraron unos grandes sudores y se quedó dormido un gran rato. Cuando despertó, se encontró tan bien que creyó que había acertado con el bálsamo de Fierabrás.

Sancho, que vio la mejoría de su amo, quiso probarlo y se bebió unos buenos tragos. Pero su estómago no debía de ser como el de su amo, y nada más tomar el primer trago, sintió que se moría de los vómitos que le entraban.

Don Quijote, que ya estaba deseoso de buscar otras aventuras, preparó a Rocinante. Ayudó a Sancho a subir a su asno y llamó al ventero para decirle:

–Muchos y grandes favores he recibido en vuestro castillo, por lo que os estoy agradecido. Recordad si hay algún agravio que queráis vengar, que yo lo remediaré como vuestra merced me mande.