Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha | страница 5
Don Quijote prometió hacer todo lo que le recomendaba con toda puntualidad y luego empezó a velar las armas en un patio grande que había en la venta.
Don Quijote recogió todas las armas y las sobre una pila[19] que había junto a un pozo. Cogió la lanza y comenzó a pasear delante de la pila. Cuando inició el paseo ya era de noche.
Uno de los arrieros[20] que allí había quiso dar agua a sus animales, por lo que tuvo que quitar las armas que don Quijote había colocado en la pila. Este, al verlo llegar, le dijo:
–¡Oh, tú, atrevido caballero que llegas a tocar las armas del más valeroso caballero andante! Mira lo que haces y no las toques, si no quieres perder la vida por tu atrevimiento.
El arriero no hizo caso de estas razones y quitó las armas allí. Entonces don Quijote levantó la lanza y dio un golpe tan grande al arriero en la cabeza que lo derribó al suelo dejándolo malherido. Luego recogió sus armas y volvió a pasearse como antes.
Los demás arrieros, que vieron lo sucedido, comenzaron a tirarle piedras a don Quijote, hasta que el ventero logró detenerlos diciéndoles que se trataba de un loco. El ventero gritaba y don Quijote gritaba más, llamando a todos traidores.
Finalmente, el ventero se acercó a él y le dijo que ya había velado las armas y que podía ser armado caballero allí, en mitad del campo.
El ventero cogió un libro. Le acompañaban un muchacho con una vela y las dos conocidas doncellas. Mandó ponerse de rodillas a don Quijote, fingió que leía una oración, levantó la mano, le dio un buen golpe en el cuello y después otro con su misma espada, siempre hablando entre dientes, como si rezara. Mandó a una de las damas que le colocara la espada a la cintura y, mientras lo hacía, ella le dijo:
–Dios haga a vuestra merced un venturoso[21] caballero y le conceda muchas victorias.
Don Quijote le preguntó su nombre; ella respondió que se llamaba Tolosa. Entonces, don Quijote quiso que, desde ese momento, se llamase doña Tolosa, como corresponde a una gran dama.
Con la otra moza sucedió lo mismo. Su nombre era Molinera, y don Quijote le rogó que pusiera el don, doña Molinera.
Terminadas las ceremonias, don Quijote preparó a Rocinante, abrazó al ventero, que no le pidió ningún dinero por su servicio, y salió de la venta.
Capítulo IV
La primera hazaña de Don Quijote